Un año de cárcel para una activista marroquí agredida tras una protesta

10589929_10153458062497524_1707589482_nLa joven activista marroquí Wafa Charaf, después de un juicio de más de 17 horas, ha sido condenada este martes a un año de cárcel y a pagar una multa de 50.000 dirhams (unos 5.000 euros). Charaf presentó una denuncia tras recibir una brutal paliza de manos de unos desconocidos al término de una manifestación en Tánger, el pasado abril, donde, como en otras ocasiones, tuvo un papel destacado.

Sin embargo, el calvario comenzó cuando se acercó a comisaría. Esta activa y conocida militante del norte de Marruecos ha sido acusada de denuncia falsa, pese a que presentó el informe médico correspondiente. Charaf comenzó la batalla judicial apoyada por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos y Vía Democrática, organizaciones en las que milita, así como por el movimiento 20 de febrero (análogo al 15-M español).

Tras presentar la denuncia, la Policía sometió a la activista y a su familia a duros interrogatorios, durante los cuales, debido a su estado de salud, en ocasiones no lograba hacer frente a la presión y tenía que ser trasladada al hospital. Sus compañeros denuncian que Charaf ha recibido malos tratos, pasó días sin comer durante su detención y sin recibir medicación. El juicio, que ha tenido lugar en el tribunal de primera instancia en Tánger, comenzó el lunes a las cuatro de la tarde y finalizó este martes a las ocho de la mañana.

Las juventudes de Vía Democrática, partido de izquierdas en el que Charaf milita, han asegurado que la activista, al conocerse el veredicto, denunció ser víctima de un juicio político, y manifestó que continuará “luchando junto a sus compañeros hasta lograr libertad, dignidad, igualdad y justicia social” en su país.

Charaf está recibiendo apoyos desde dentro y fuera de Marruecos, como por parte de la eurodiputada Teresa Rodríguez (Podemos), quien ha mostrado su interés por el caso. También de Michele Decaster, secretaria general de la Asociación Francesa de Amistad y Solidaridad con los Pueblos de África, quien trató de presenciar el juicio como observadora internacional. La policía se lo impidió y la detuvo en una concentración de apoyo.

Persecución a activistas

El pasado junio, Amnistía Internacional (AI), tras obtener nuevos indicios, volvió a exigir a Marruecos poner fin a la tortura. La organización de derechos humanos ha recibido denuncias de casos en los quese usan descargas eléctricas en los testículos de los detenidos y golpes en diferentes partes del cuerpo con los ojos vendados y las manos atadas. AI ha denunciado también en varias ocasiones la impunidad de los torturadores.

Wafa Charaf no es, ni mucho menos, la primera activista secuestrada y agredida por un grupo de individuos desconocidos. Por ejemplo, durante las elecciones de 2011, Sara Soujar, miembro activo del movimiento 20-F, sufrió una agresión cuando repartía folletos que invitaban al boicot del proceso electoral. Este movimiento ciudadano critica que las elecciones en Marruecos forman parte de una transición inexistente y sirven como lavado de cara para el régimen. Un año más tarde, Soujar volvió a ser agredida mientras le espetaban: “¿No vas a meterte en tus asuntos?”.

Charaf está recibiendo múltiples apoyos. Se han sucedido concentraciones y comunicados. “Porque eligió unirse a las luchas de las masas en general, y a la de los trabajadores en particular. Ya que ha delatado la falsedad del discurso oficial del régimen y sus manifestaciones sobre la ausencia de tortura en Marruecos. Wafa paga hoy por su lealtad y defensa de las preocupaciones de los trabajadores. Resiste y aférrate a la telaraña, compañera, hasta que los cobardes cierren sus ojos”, escribía una amiga esta mañana en las redes sociales.

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